viernes, 15 de octubre de 2010

De acampada en el desierto Jordano, un Oasis de calma tras un dia de Aventura



Pasar una noche en un campamento beduino en Wadi Rum es la mejor opción para conocer los secretos de este paisaje único. Admirar el firmamento antes de irse a dormir se convierte en una experiencia única en este desierto.

“Inmenso, solitario... como tocado por la mano de Dios”. Así describió Lawrence de Arabia el desierto de Wadi Rum, en Jordania, un lugar en el que parece que el tiempo se ha detenido y donde el agua y el viento han labrado la roca hasta convertirla en imponentes rascacielos de hasta 1.754 metros de altura. Viajar a este lugar es siempre una experiencia mágica. No en vano, es uno de los paisajes más espectaculares del mundo, tanto como lo son sus puestas de sol. Si además el viaje incluye dormir allí, bajo un cielo plagado de estrellas, la ocasión se convierte en algo inolvidable, sobre todo si coincide con luna llena.

En este inmenso lugar al sur de Jordania conviven las dunas de arenas blancas y rojas, las montañas rocosas y los asentamientos de nómadas que llevan generaciones habitando los desiertos de Oriente Medio. Estos clásicos campamentos son la mejor opción de alojamiento en Wadi Rum, ya que los hoteles confortables más próximos se encuentran en Aqaba o Petra. El Reino hachemita de Jordania ha sabido alcanzar un perfecto equilibrio entre su patrimonio natural y arqueológico y el turismo, protegiendo así paisajes únicos como el de Wadi Rum.

Los campamentos de beduinos no sólo ofrecen un alojamiento en pleno desierto y la posibilidad de contar con un guía experto, sino que también permiten la vivencia de algún ritual y conocer los secretos del lugar, como la gastronomía típica beduina. Las opciones son varias: desde tiendas comunes para más o menos viajeros, tiendas privadas o con un toque de lujo, acampada al aire libre para contemplar un cielo que, lejos de la contaminación lumínica, parece más inmenso que nunca...

Si se pretende pasar la noche en el desierto en invierno, en la maleta no debe faltar ropa de abrigo, ya que en enero las temperaturas pasan de 32°C por el día hasta los 4°C durante la noche. Y ya sea en invierno o en verano, el viajero no debe dejar pasar la ocasión de tumbarse sobre la arena antes de irse a dormir y centrar todos sus sentidos en la inmensidad del firmamento, el silencio y la tranquilidad del desierto. Una experiencia única.

La aventura del desierto

Durante el día, las posibilidades que ofrece Wadi Rum son muchas e irrepetibles. Desde el Centro de Visitantes se organizan actividades para el viajero. Por ejemplo, se puede alquilar un vehículo 4x4 con un conductor-guía y recorrer el desierto durante horas o durante una jornada entera para explorar algunos de los lugares más conocidos, como el puente de piedra de Burdah, a 35 metros del suelo, uno de los arcos naturales más altos del mundo.

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